Sus propietarios eran la imagen más elocuente de la insensibilidad social y entre sus dueños se encontraban poderosos empresarios, o terratenientes como Anchorena.
Desde sus comienzos el conventillo fue escándalo para los hombres del 80, quienes habían sido, en gran medida, sus artífices. Miguel Cané apuntaba a “la ola roja”, Martel a los “judíos invasores” y Cambaceres a los italianos que tenían “la rapacidad de los buitres”. Para otros era un claro testimonio de los estigmas hereditarios y de la inferioridad social y biológica de la inmigración europea.
En 1904 de un total de 950.891 pobladores, 138.188 se albergaban en las 43.873 habitaciones que componían los 2462 conventillos censados. En ese año se constata que más de 500 inquilinatos carecían de instalaciones sanitarias. Los que tenían baño sólo se les permitía el uso a los adultos.
Tras muchos años de serios problemas los inquilinos, en agosto de 1907, comenzaron la huelga en el Conventillo “Los Cuatro Diques” ubicado en la calle Ituzaingó 279 de la Capital Federal, con el apoyo de la F.O.R.A. (anarquista) que se tradujo en no pagar los alquileres hasta que los mismos no fueran rebajados en un 30%, conseguir mejoras sanitarias, eliminar los tres meses de depósito y que los propietarios no tomaran represalias con los participantes del movimiento.
La huelga se extendió rápidamente y sorprendió a los propietarios y al gobierno. En pocos días se plegaron a la medida 500 casas de inquilinato de la Capital, y a fines de septiembre de 1907 llegaron a unos 2000 conventillos.
Durante el apogeo de la huelga se habían sumado Avellaneda, Lomas de Zamora, Rosario, Bahía Blanca, Mar del Plata, La Plata, Mendoza y Córdoba. Miles de inquilinos habían entrelazado sus rabias en el patio común del inquilinato, desobedeciendo las leyes que rigen el destino de los hombres -engendrando una ruidosa fraternidad- hecha de gozosa indiferencia ante el infortunio. La valoración de la infancia en el movimiento anarquista, de sus derechos civiles, políticos, económicos y sociales se cristaliza -notoriamente- en la activa participación de los niños en la Huelga de Inquilinos de 1907. Ausentes los hombres durante el día, mujeres y chicos se encargaron de asumir la defensa de sus alojamientos, enfrentando a caseros, policía y autoridades judiciales cuando llegaban las órdenes de desalojo.
“En el conventillo de la calle Chile 864 se produjo un gran desorden debido a que se presentó un oficial de justicia con una cédula de demanda contra uno de los huelguistas. El oficial se vio obligado a retirarse de la citada casa, a causa de que las mujeres, armadas de escoba, palos y otros objetos los amenazaron“ (La Prensa, 01/10/1907).
La policía abrió fuego asesinando a Miguel Pepe, un niño de 17 años. La huelga se intensificó y la Ley de Residencia de 1902 permitió que muchos militantes fuesen deportados. Juana Rouco Buela, una adolescente destacada de la huelga, fue deportada el 25 de enero de 1908 decía: “A mis 18 años me consideró la policía un elemento peligroso para la tranquilidad del capitalismo y del estado y me deportaron“. Los inquilinos obtuvieron algunas de sus demandas. Lo que sucedió en otros tiempos amenaza con desaparecer en cada presente, aunque nadie puede saber -en realidad- cuánto duran los años de la muerte. Walter Benjamin escribía que sólo tiene el don de encender en el pasado la chispa de la esperanza aquel historiador que esté traspasado por la idea de que tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer.
2 comentarios:
Excelente medida! tendriamos que unirnos en uan medida similar asi bajan un poco a la realidad nuestros queridisimos propietarios..
saludos!
Lour
Fijate como es la historia politica de este pais que en la ciudad de BUENOS AIRES hay una calle con el nombre de Ramon Falcon, asi se premia al responsable superior de un atropello y asesinato.
Donde estan las leyes que regulan los derechos y obligaciones de las partes?
Donde las puedo conseguir?
Gracias
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